sábado, 24 de enero de 2009

EL TONTO

En un pueblo entre las montañas, de cuyo nombre ni quiero, ni puedo, ni debo acordarme, hace ya muchos años que un grupo de personas se divertían con el tonto del lugar, un chaval que vivía de hacer pequeños recados con lo que sacaba para ir tirando.

Casi todos los días llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 40 reales y otra de menor tamaño, pero de 200 reales.

Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
- Lo sé, no soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguecico se acaba y no voy a ganar más mi moneda.
Esta historia podría acabar aquí, como un simple chiste, pero se pueden deducir varias moralejas: - La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es
- La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
- La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos
Pero la conclusión más interesante que se puede extraer no es otra que esta:

“El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto, delante de un tonto que aparenta ser inteligente”.